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Contexto

¿De donde viene el interés para preguntarnos sobre la utilización de concepto “Nuevos recubrimientos y Contenedores” en el marco del arte? Centramos nuestro foco en tres Fuentes:

Arte conceptual, Arte Povera y la incorporación de la mujer al mundo del arte:


El arte conceptual, también conocido como “Idea Art”, propugna que las ideas contenidas en una obra de arte son un elemento más importante que el propio objeto o el sentido por el cual se crea la obra. Así, la “idea” ide la obra prevalece sobre los aspectos formales y sucede en muchos casos que la idea conforma la obra en sí misma, siento la resolución formal un mero soporte.

Esta tendencia artística emerge a mediados de los años 60 del siglo XX, como parte de una reacción contra el formalismo articulado entorno al discurso del célebre crítico Clement Greenberg (1909-1994), en el marco del resurgimiento de las vanguardias tras la segunda guerra mundial, y en un contexto de complejos intercambios culturales entre Europa (antiguo epicentro del arte), Estados Unidos (epicentro emergente) y Japón (fuente de ideas y ahora bajo el influjo americano). Dos figuras artísticas destacan como referentes para los nuevos conceptuales: Marcel Duchamp y John Cage.

Marcel Duchamp (1887-1968), artista proveniente del Dadá, ya había comenzado a experimentar con las “ideas” a principios de siglo con sus Ready-Mades. Estas obras consistían en la unión de diversos objetos cotidianos, muchas veces reciclados, con la finalidad de plantear nuevas lecturas de los mismos y, porqué no, cuestionar el valor la obra de arte entendida hasta entonces. John Cage (1912-1992), por su parte, era músico y practicante del budismo Zen. A raíz de su espiritualidad e investigaciones para “sobrepasar” la música, Cage presentaba en 1952 su famosa obra 4’33; una composición musical formada exclusivamente por silencio, que invitaba a reflexionar sobre el mismo sentido de la música y sobre el sonido que el mismo silencio contenía.


Paradójicamente fue en los límites de la pintura donde este movimiento post-vanguardista tuvo más fuerza. Pronto surgieron en los EE.UU. figuras como las de Robert Rauschemberg (1925-2008) o Jasper Johns (1930), que transformaban o conformaban sus pinturas con objetos cotidianos o a partir de situaciones fortuitas. En Japón, el grupo Gutai experimentaba con la incorporación de la performance en el acto de pintar (llevando un paso más allá el Action Painting de Pollock) y convirtiendo el mismo en casi un ritual. Mientras tanto, en el viejo continente, Yves Klein (1928-1962) y Piero Manzoni (1933-1963) desarrollaban prácticas paralelas donde se cuestionaban el significado metafísico de la monocromía y de la propia pintura. A cada paso, el interés por la destrucción de la pintura conducía cada vez más a un interés por aquello efímero e inmaterial, elementos primordiales en aquél nuevo arte.

Yves Klein. Anthropometries of the blue period, 1960. Acción. (MaquinadeAnimos)

El Idea Art utiliza habitualmente materiales como la fotografía, el mapa, el texto o el vídeo. En ocasiones incluso puede reducirse a un conjunto de instrucciones documentando como crear una obra, o a la documentación de la misma obra. Muchos de los precursores que nombrábamos más arriba (Manzoni, Rauschemberg) se convertirían con el tiempo en artistas nétamente conceptuales, acompañando a otros artistas como Joseph Beuys o los componentes del movimiento Fluxus y otros que vendrían más tarde (Robert Smithson, Richard Long).


Hacia finales de los 60, en este contexto, surgía en Italia una tendencia artística que apostaba por utilizar en la conformación de las piezas materiales “pobres” o de desecho, de fácil obtención y/o producción (madera y otros elementos naturales, metales como el plomo o el hierro en bigas, telas, neones). Arte Povera (pobre) fue un término originado en 1967 por el crítico Germano Celant (1940) con motivo de la exposición “Art Povera – Im Spazio”, que aglutinaba toda una serie de creadores que compartían características: huir de la comercialización, evidenciar –y criticar– la industrialización, utilizanto para ello materiales sugerentes y poco tradicionales; el interés por el proceso de construcción de la propia obra por encima de la misma; y la ocupación del espacio, buscando invadir el del propio espectador para involucrarlo físicamente. Bajo esta etiqueta encontramos artistas como Mario Merz (1925-2003), Giuseppe Penone (1947) o Jannis Kounellis (1936).

Mario Merz. Igloo Ticino, 1990. (ArtHag)

En este mismo contexto temporal, en los Estados Unidos el movimiento feminista se abría paso finalmente en el mundo del arte y surgían propuestas que pretendían romper con la omnipresencia del modelo masculino de creación. El arte de esta tendencia pretendía reivindicar una visión femenina de la creación, a través de la incorporación de técnicas y materiales de trabajo tradicionalmente relacionadas con la figura de la mujer, con el objetivo de criticar la construcción desigual de la sociedad. Las creadoras de esta tendencia pronto incorporaron en su discurso elementos como la performance y extendieron su campo de acción más allá de la acción desde la diferencia (Mujeres vs Hombres) para interesarse, a partir de los 70, por cuestiones como la construcción del género. En estos primeros años, de todas maneras, encontramos un especial interés por la recuperación de técnicas artesanales como el Patchwork o la costura, con las que se configurarían tendencias como la del Pattern Painting (contra el minimalismo, la configuración de obras a través de la decoración y los patrones). Artistas como Miriam Schapiro (1923) abrían la puerta entonces a arrastrar las tareas tradicionales “de casa” al mundo del arte convirtiéndolas en un elemento más del proceso creativo. Con el tiempo, otroas y otras artistas podrían de relieve también la evidente influencia y posibilidades de la artesanía en las producciones artísticas, reivindicando y valorando conceptos como el de “Oficio”. Ahora es el momento de volver a recuperarlos.

Miriam Schapiro. Miriam's Life with Dolls, 2006. (Brooklyn Museum)